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ww 60cuatro, escritas en mala letra. Nunca supimos lo que significaba esa frase, ni quién podía haber sido el secreto visitante. Según pude juzgar, ninguna de los objetos pertenecientes á mi padre había desaparecido del cuarto, por más que todo hubiera sido revuelto. Naturalmente, mi hermano y yo relacionamos este original incidente con el temor que había perseguido á mi padre durante su vida; pero hasta ahora el misterio es completo para nosotros.

El hombrecito cesó de hablar para encender otra vez su hookah, y durante unos instantes siguió fumando en silencio, pensativo. Nosotros tres habíamos escuchado inmóviles la extraordinaria narración. En la parte referente á la muerte de su padre, la señorita Morstan se puso lívida como un cadáver, y yo temí que se desmayara; pero el malestar le pasó bebiendo un vaso de agua que le servi de un frasco veneciano colocado en una mesita. Sherlock Holmes se había echado atrás en su silla, con expresión abstraída, las pestañas caidas sobre los chispeantes ojos. Al mirarlo, no pude menos de recordar las amargas quejas que le había oído proferir ese día con respecto á la vulgaridad de la vida; allí tenía, pues, un problema que iba & someter su sagacidad á una prueba decisiva. El señor Tadeo Sholto paseaba sus miradas sobre