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—Mi mente—contestó,—es rebelde á la calma. Déme usted problemas, déme trabajo, déme el más abstruso criptograma ó el más intrincado análisis, y entonces estaré en mi propia atmósfera, entonces me abstendré de los estimulantes artificiales. Aborrezco la obscura rutina de la existencia, y deliro por la exaltación mental:

esta es la razón que me ha hecho escoger mi particular profesión, ó mejor dicho, la que me ha hecho crearla; pues en el mundo yo soy el único.

El único detective que no pertenece á la policía?

—El único detective que, no solamente no pertenece á la policía, sino que además es detective consultor—me contestó. Yo soy la última y más alta corte de apelaciones en la materia. Cuando Gregson, ó Lestrade, ó Athelney Jones fracasan, lo cual, dicho sea de paso, les sucede casi siempre, me someten el asunto á mí. Entonces yo, en mi calidad de perito, examino los datos, y emito mi opinión de especialista, sin siquiera pedir que se reconozca mi intervención en el asunto: mi nombre no figura en ningún periódico. La obra en sí misma, el placer de encontrar un terreno donde ejercer los medios que me son peculiares, constituyen