vecinas y corriéndose hacia adelante con velocidad constante. El tiempo que una partícula determinada necesita para realizar una oscilación o vibración completa de ida y vuelta llámase duración o período de vibración, y se caracteriza con la letra T. El número de vibraciones en un segundo o frecuencia de las mismas lo designaremos con ν. Como la duración de una vibración, multiplicada por su frecuencia, o sea por el número de ellas en un segundo, debe dar justamente un segundo entero, tendremos que νT = 1; es decir:
En lugar de «número de vibraciones» se dice muchas veces también «color», porque una onda luminosa de determinado número de vibraciones produce en el ojo una determinada sensación de color. No nos ocuparemos del problema complicado de cómo la gran muchedumbre de las impresiones psicológicas de color se produce por la acción conjunta de sencillas vibraciones periódicas o «colores físicos». Las ondas que parten de una pequeña fuente luminosa tienen la forma de esferas; esto significa que todas las partículas en una esfera alrededor del foco luminoso se encuentran siempre en igual estado de vibración o en la misma «fase» (fig. 53). Por refracción u otra influencia cualquiera, puede una parte de tal onda esférica deformarse, de suerte que las superficies de igual fase o superficies de onda tengan alguna otra forma. La más sencilla superficie