les; esto es porque, para las condensaciones y dilataciones de las ondas longitudinales, es determinante otra constante de elasticidad p que para los laterales desplazamientos de las vibraciones transversales. En los cuerpos no cristalinos, las dos ondas transversales tienen direcciones distintas de vibración, que son perpendiculares una a otra, pero la misma velocidad c1; la onda longitudinal tiene otra velocidad c2 (fig. 66).
![fig66](http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/3/33/La_teor%C3%ADa_de_la_relatividad_de_Einstein_%28page_140_crop%29.jpg/220px-La_teor%C3%ADa_de_la_relatividad_de_Einstein_%28page_140_crop%29.jpg)
Todos estos hechos se confirman por experimentos en ondas sonoras sobre cuerpos sólidos.
Volvamos ahora al punto de partida de estas consideraciones, esto es, a la teoría elástica de la luz.
Esta consiste en identificar el éter portador de las vibraciones luminosas con un cuerpo sólido elástico; las ondas luminosas son entonces en cierto modo ondas sonoras en ese medio hipotético.
¿Qué propiedades deben atribuirse a ese éter elástico?
Ante todo, la enorme velocidad de propagación c exige, o que sea muy grande la rigidez elástica p, o que sea muy pequeña la densidad de masa ρ, o las dos cosas a la vez. Pero como la velocidad de la luz es distinta en diferentes substancias, deberá el éter, dentro de un cuerpo material, o estar condensado o variar de elasticidad, o ambas cosas a la vez. Se ve que aquí se ofrecen distintos caminos. Y el número de las posibilidades aumenta por el hecho de que, como hemos visto, no cabe decidir experimentalmente si las vibraciones de la luz polarizada se verifican paralela o perpendicularmente al plano de polarización (plano de incidencia del espejo polarizador).
En correspondencia con esta indeterminación del problema, encontramos históricamente un gran número de teorías dife-