las leyes naturales las aceleraciones absolutas con respecto a ese sistema de referencia privilegiado y no sólo los movimientos relativos de los cuerpos.
Llegamos así al postulado de que las verdaderas leyes de la física deben valer por igual manera para sistemas de referencia que se hallen en un movimiento cualquiera. Y esta es una considerable ampliación del principio de relatividad.
2. El principio de equivalencia.
El cumplimiento de ese postulado requiere una fórmula completamente nueva de la ley de inercia, pues ésta es el fundamento de la situación especial en que se colocan los sistemas inerciales. La inercia de un cuerpo no debe ya considerarse como efecto del espacio absoluto, sino de los demás cuerpos.
Ahora bien; sólo una acción recíproca conocemos entre todos los cuerpos materiales, y es ésta la gravitación; sabemos, ademas, que la experiencia nos ha ofrecido una notable conexión entre gravitación e inercia, la ley de la igualdad de la masa pesada y de la masa inerte (II, 12, pág. 52). Los dos fenómenos de la inercia y de la atracción, tan distintos en la fórmula de Newton, tendrán, pues, una raíz común.
Este es el gran descubrimiento de Einstein, por el cual el principio general de la relatividad ha dejado de ser un postulado de la critica del conocimiento para transformarse en una ley de las ciencias exactas.
Podemos caracterizar el objetivo de la investigación siguiente de este modo: en la mecánica corriente, el movimiento de un cuerpo pesado—sobre el cual no actúen fuerzas electromagnéticas u otras cualesquiera—queda definido por dos causas: 1.ª, su inercia en aceleraciones respecto del espacio absoluto; 2.ª, la gravitación de las restantes masas. Ahora hay que buscar una fórmula de la ley del movimiento en la cual la inercia y la gravitación se fundan en un concepto superior, de tal suerte que el movimiento esté determinado sólo por la distribución de las restantes masas en el mundo. Hasta llegar al es-