que B en la balanza hace equilibrio a dos ejemplares de A. Ahora les damos a A y a B iguales impulsiones sobre la mesa y observamos la velocidad alcanzada; encontramos que A se mueve con doble velocidad que B.
La bola B, que pesa doble que la bola A, opone a la variación de velocidad una resistencia doble que la que opone la bola A. Esto puede también expresarse diciendo: cuerpos que tienen masa doble tienen peso doble, o, en general: las masas, m, son como los pesos, G. La relación entre el peso y la masa es un número perfectamente determinado; señálase con g y se escribe:
Naturalmente, el experimento que hemos hecho para explicar la ley es en extremo grosero [1]. Hay otros muchos fenómenos que demuestran el mismo hecho, sobre todo éste: que todos los cuerpos caen igualmente de prisa. En esto hay que suponer, naturalmente, que sobre el movimiento no influyan más fuerzas que la gravedad; hay que hacer la experiencia, por tanto, en el espacio vacío, para evitar la resistencia del aire. Apropiado para la demostración es un plano inclinado (fig. 24), sobre el cual se dejan rodar dos bolas exteriormente iguales, pero de diferente peso; obsérvase que llegan abajo exactamente al mismo tiempo.
El peso es la fuerza que empuja; la masa determina la resistencia; si están en razón directa, resultará que un cuerpo más pesado será empujado con más fuerza que uno más ligero; pero, en cambio, opondrá al impulso mayor resistencia, y el
- ↑ Así, por ejemplo, se desprecia la circunstancia de que para producir la rotación de la bola en movimiento hay que vencer una resistencia que procede de la distribución de las masas en el interior de la bola (momento de inercia).