mientos uniformes que, por impulsiones sucesivas, se producen unos a otros. Representémonos de nuevo nuestra mesa y establezcamos que la bola debe recibir a cada brevísimo tiempo t, un choque de la misma cantidad y dirección (fig. 26). Si la bola parte del punto o con una velocidad inicial cualquiera, llegará en t sec. a un punto 1, en donde le alcanza el primer choque; de aquí corre en otra dirección con otra velocidad, durante t sec, hasta que en el punto 2 recibe un nuevo choque que la desvía, etc. Cada una de las desviaciones es determinable por la ley de impulsión; por lo tanto, puede construirse todo el proceso del movimiento y se ve que el punto de partida, la dirección inicial y la velocidad inicial determinan enteramente el posterior curso. En este movimiento de retroceso tenemos una imagen grosera del movimiento de una bola sobre un plano inclinado; y la imagen coincidirá tanto mejor con el proceso, en realidad continuo, cuanto más pequeño sea el intervalo de tiempo que se haya elegido entre los choques.
![fig26](http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/9/9a/La_teor%C3%ADa_de_la_relatividad_de_Einstein_%28page_65_crop%29.jpg/220px-La_teor%C3%ADa_de_la_relatividad_de_Einstein_%28page_65_crop%29.jpg)
Lo que aquí se ha conseguido por construcción lo realiza el cálculo integral en el caso de fuerzas continuamente activas. También aquí permanecen enteramente arbitrarios el punto de partida y la velocidad inicial en cantidad y dirección; pero si éstos son dados, queda perfectamente determinado el ulterior curso del movimiento. Una y la misma ley de fuerza puede, pues, producir infinitos movimientos, según la elección de las condiciones iniciales; así, la inmensa muchedumbre de los movimientos de caída y de proyección dependen todos de una y