41. Toda la Escritura divina tiene tanta y tan estrecha conexión con la persona adorable del Mesías, que podemos con verdad decir, que toda habla de él, ó en figura, ó en profecía, ó en historia: toda se encamina á él, y toda se termina en él, como en su verdadero y último fin. Nuestros Rabinos no dejaron de conocer muy bien esta grande é importante verdad: mas como entre tantas cosas grandes y magnificas que se leen casi á cada paso del Mesías en los profetas, y en los salmos, encontraban algunas poco agradables, y á su parecer indignas de aquella grandeza y magestad: como, no quisieron creer fiel y sencillamente lo que leían, y esto porque no podían componer en una misma persona la grandeza de las unas con la pequeñez de las otras: como en fin, no quisieron distinguir, ni admitir en esta misma persona, aquellos dos estados y dos tiempos infinitamente diversos, que tan claros están en las Escrituras, tomaron finalmente un partido, que fué el principio de nuestra ruina, y la raíz de todos nuestros males. Resolvieron, digo, declararse por las primeras, y olvidar enteramente las segundas.
42. En consecuencia de esta imprudente resolución formaron, casi sin advertirlo, un sistema general que poco á poco todos fueron abrazando, diciendo los unos lo que habían dicho los otros: y sin mas razón que porque los otros lo habían dicho, se aplicaron con grande empeño el acomodar á este sistema, que ya parecía único, todas las profecías, y todas cuantas cosas se dicen en ellas, resueltos á no