59. Yo no puedo negar, ni me avergüenzo de confesarlo, que en otros tiempos fué esta una nube tan densa, y tan pavoros para mi pequeñez, que muchas veces me hizo dejar por un tiempo el estudio de la Escritura santa, y algunas veces resolví dejarlo del todo. Como en la leccion de los intérpretes, en especial sobre los Profetas y los Salmos, encontraba frecuentemente en tono decisivo éstas ó semejantes espesiones: este lugar no se puede entender segun la letra, porque fué el error de los Milenarios: esta fué la herejía de Cerinto, esta la fábula de los Rábinos, &c.: pensaba yo buenamente que este punto estaba decidido, y que todo cuanto tuviese alguna relacion, grande ó pequeña, con Milenarios, fuesen estos ó no lo fuesen, debía mirarse como un peligro cierto de error ó de herejía.
60. Con este miedo y pavor anduve muchos años casi sin atreverme á abrir la Biblia, á la que por una parte miraba con respeto é inclinacion; y por otra parte me veía tentado fuertemente á mirarla como un libro inútil, é insulso, y demás de esto peligroso, que era lo peor. ¡Ah qué trabajos y angustias tuve que sufrir en estos tiempos! El Dios y padre de nuestro señor Jesucristo.... me atrevo á decir con S. Pablo, sabe que no miento[1]. Este sí que era el verdadero error y el verdadero peligro, pensar que Dios mismo, cuyas palabras tienen por principio la verdad, y cuya naturaleza es la bondad[2], podia alguna vez esconder el veneno dentro del pan que daba á sus hijos: y que bus-
- ↑ Deus, et Pater Domini nostri Jesuchristi... scit; quòd non mentior.—Ad. Cor. ep. 2, xi, 31.
- ↑ Cujus principium verborum veritas, et cujus natura bonitas.—Ps. cxviii, 60.