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LA VENIDA DEL MESIAS

cer quieta y exactamente nuestras observaciones, deberémos esperar con pacieecia, no digo ya que se aclare el aire por si mismo, porque esto seria un esperar eterno: sino esperar que se aclare con nuestro trabajo y diligencia, procurando en cuanto está de nuestra parte, disipar algunas nubes, que pueden, no solo incomodar, sino impedirlo todo. Yo no hago mucho caso de aquellas nubecillas sin agua, que desaparecen al primer soplo; pero me es preciso mirar con atencion algunas otras, que muestran un semblante terrible con grande apariencia de solidez.

57. La primera es: que el sistema que acabo de proponer tiene gran semejanza, si acaso no es identidad, con el error, ó sueño, ó fábula de los chialistas, que otros llaman chiliastas ó Milenarios: y siendo así no merece ser escuchado, ni aun por diversion.

58. La segundan que yo pongo la venida del Señor en gloria y magostad, mucho tiempo antes de la resurreccion universal: y por otra parte digo y afirmo, que vendrá con sus millares de santos ya resucitados. De aquí se sigue evidentemente, que debo admitir dos resurrecciones: una, de los santos que vienen con Cristo: otra, mucho después, de todo el resto de los hombres. Lo cual es contra el comun sentir de todos los teólogos, que tienen por una cosa ciertísima, y por una verdad sin disputa, que la resurreccion de la carne debe ser una y simultánea: esto es, una sola vez, y en todos los hijos de Adán, sin distinción en un mismo tiempo y momento. Las otras dificultades se verán en su lugar.