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LA VENIDA DEL MESIAS

en el estado en que las hallaban: no siendo necesario insistir en un punto que no se controvertía.

105. Esto fácil cosa era: quedaba, no obstante la dificultad, grande á la verdad para los que saben de cierto que los hombres santos de Dios hablaron siendo inspirdos del Espíritu santo[1]: y que el mismo Espíritu santo es aquel, que habló por sus Profetas[2]: quedaba, digo, la gran dificultad de componer y concordar á los mismos Profetas, y á todas las Escrituras del antiguo y nuevo Testamento, con la sentencia corriente, ó con una tan violenta resolucion. Mas esta dificultad no pareció por entonces tan insuperable, que no quedase alguna esperanza. Ya en este tiempo estaba abierta, y suficientemente trillada aquella senda que habia descubierto Orígenes, el cual aunque por esto habia sido murmurado de muchos, y lo era actualmente de no pocos, no por eso dejaba de ser imitado en las ocurrencias: y en el asunto presente parecía inevitable, porque no habia otro recurso. Era necesario ó volver atrás, y darse por vencido á lo menos en lo general y sustancial del punto, ó entrar y caminar por aquella senda áspera y tan poco segura, como es la pura alegoría. Efectivamente así sucedió. Desde luego se empezó á pasar la inteligencia de aquellas cosas que se leen en los Profetas, en los Salmos, &c., á sentidos por la mayor parte espirituales, alegóricos, acomodaticios, tirando á acomodar con grande empeño, y con no menos violencia, unas cosas á la primera venida del Señor, otras á la primitiva Iglesia, otras á la Iglesia en tiempo de sus persecuciones, otras á la misma en tiempo de paz; y cuando ya no se podia mas, como debia suceder frecuentemente, quedaba el último refugio bien fácil y llano, esto es, dar un vuelo mental hasta el cielo, para acomodar allá lo que por acá es imposible. Así se empezó á hacer en el cuarto siglo, se prosiguió en el quinto, y se ha continuado hasta nuestros tiempos vulgarmente: sentado que siempre la Iglesia daba de beber á

  1. Spiritu sancto inspirati, loquuti sunt Sancti Dei homines.—Ep. 2 B. Pet. i, 21.
  2. Qui loquutus est per prophetas.—Ex Concil. Constantinopolit.