nuestra sagrada relijion. El segundo, que en el principio de aquel dichoso tiempo, los Judios que con tan admirable providencia se conservan dispersos y abatidos entre las naciones, han de convertirse á Jesucristo, lo han de reconocer por su Mesías, y han de volver á ser el pueblo amado de Dios, á quien adorarán en verdad y en espíritu, con provecho universal del mundo de entero.
Estos dos puntos que, como dije ya, son los esenciales en el sentencia del autor, me parecen demostrados teolójicamente con la multitud de autoridades de la santa Escritura que alega en su abono, y con la claridad con que ellas los espresan; y si estos puntos, que son los principales en que se oponen los dos sistemas, los juzgámos teolójicamente demostrados, se salva la sustancia de la obra y el primer objeto de su autor. Todos los demas artículos que en ella se tocan, van ordenados á estos dos grandes acontecimientos, y á declarar en lo posible el modo con que han de verificarse; y aunque muchos de ellos son en sí mismos de la mayor consideracion, mas respectivamente al sistema vendria á ser indiferente que sucediesen de la manera que el Josafat dice, apoyado siempre en la Escritura, ó que sucediesen de otro modo. Así que, aunque se llegara á probar que alguno ó muchos de estos puntos no serian conforme los esplica el autor, no por eso se desquiciaria y caeria lo esencial de su sistema.
No dejo de conocer sin embargo, que la obra ofrece algunas dificultades de peso, que si hubiera vivido el autor, ya se las habria yo es puesto para que me las espli-