case y resolviese; y aora con mas razon lo haria, y las esforzaria en esta censura; pero con todo, ellas no me parece pueden oscurecer le copia de luces con que nos persuade la sustancia de su sistema. Por lo cual, y por las profundas y largas reflexiones que sobre todo él tengo hechas, mi dictámen es, que en dicha obra no se contiene cosa alguna contra nuestra santa fe, antes bien puede servir para conocer y declarar muchas verdades, cuyo conocimiento no era de absoluta necesidad en los primeros siglos de la iglesia; pero que en nuestros tiempos es indispensable conocerlas. Y por lo respectivo á las costumbres, no solo no contiene cosa alguna contra ellas, sino que por el contrario puede contribuir mucho á su reforma, como se verá por los motivos que lijeramente voy á apuntar.
Primeramente da una idea magnífica llena de gloria y magestad de nuestro Señor Jesucristo y de su inmenso poderio, con lo cual estimula á temerlo y amarlo, que es la fuente de toda justicia. Infunde ademas un profundo respeto á la veracidad de las santas Escrituras, y empeña á su lectura á todos los fieles, y muy particularmente á los sacerdotes, á los cuales pertenece mas que á otros su exacta intelijencia y su esplicacion. A los verdaderos Cristianos llena de temor y temblor, al mostrarlos por el desenfreno de las costumbres amenazados de la funestísima calamidad que aora están sufriendo los Judios de ser arrojados del salon de las bodas, que es la Iglesia, á las tinieblas esteriores de la incredulidad, en las que perdido Jesucristo nuestro Salvador, se pierden eternamente ellos. A los incrédulos