civiles. Las que halláreis en esta forma, yo os suplico, señor, que tengais la bondad de corregirlas, ó sustituyendo otras mejores, ó si esto no se puede, quitándolas absolutamente. Mi intencion no puede ser otra, que decir clara y sencillamente lo que me parece verdad. Si para decir esta verdad no uso muchas veces de aquella amable discrecion, ni de aquella propiedad de palabras que pide la modestia y la equidad, esta falta se deberá atribuir mas á pobreza de palabras que á desprecio ó poca estimacion de los doctores, ó á cualquiera otro efecto menos ordenado. Tan lejos estoy de querer ofender en lo mas mínimo la memoria venerable de nuestros doctores y maestros, que antes la miro con particular estimacion, como que no ignoro lo que han trabajado en el inmenso campo de las Escrituras, ni tampoco dudo de la bondad y rectitud de sus intenciones. Así mis espresiones y palabras, sean las que fueren, no miran de modo alguno á las personas de los doctores; ni á su injenio, &c. miran únicamente al sistema que han abrazado. Este sistema es el que pretendo combatir, mostrando con los hechos mismos, y con argumentos los mas sencillos y perceptibles, que es insuficiente, por sumamente débil, para poder sostener sobre sí un edificio tan vasto, cual es el misterio de Dios que encierran las santas Escrituras; y proponiendo otro sistema, que me parece solo capaz de sostenerlo todo. De este modo han procedido mas de un siglo nuestros fisicos en el estudio de la naturaleza, y no ignorais lo que por este medio han adelantado.
Esta obra, ó esta carta familiar, que tengo el honor de presentaros, paréceme bien (buscando alguna especie de