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DISCURSO PRELIMINAR.

órden) que vaya dividida en aquellas tres partes principales á que se reduce el trabajo de un labrador: esto es, preparar, sembrar, y recoger. Por tanto: nuestra primera parte comprenderá solamente los preparativos necesarios, y tambien los mas conducentes: como son allanar el terreno, ararlo, quitar embarazos, remover dificultades, &e. La segunda comprenderá las observaciones, las cuales se pueden llamar con cierta semejanza el grano que se siembra, y que debe naturalmente producir primeramente yerba, despues espiga, y por último, grano en la espiga[1]. En la tercera, en fin, procurarémos recojer todo el fruto que pudieremos de nuestro trabajo.

Yo bien quisiera presentaros todas estas cosas en aquel órden admirable, y con aquel estilo conciso y claro, que solo es digno del buen gusto de nuestro siglo; mas no ignorais que ese talento no es concedido á todos. Entre la multitud innumerable de escritores que produce cada dia el siglo iluminado, no deja de distinguirse facilmente la nobleza de la plebe: es decir, los pocos entre los muchos. ¿Qué órden ni qué estilo podeis esperar de un hombre ordinario de plebe, de los pobres, á quien vos mismo obligais á escribir? ¿No bastará entender lo que dice, y penetrar al punto cuanto quiere decir? Pues esto es lo único que yo pretendo, y á cuanto puede estenderse mi deseo. Si esto solo consigo, ni á mí me queda otra cosa á que aspirar, ni á vos otra cosa que pedir.

  1. Primùm herbam, deinde spicam, deinde plenum frumentum in spica.—Marc. iv, 28.