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LA VENIDA DEL MESIAS

ellos habla el hombre, y no Dios, ya porque unos me dicen una cosa, y otros otra, unos esplican de una manera, y otros de otra: ya en fin porque me dicen cosas muy distantes, muy ajenas, y tal vez muy contrarias á las que me dice clara y espresamente la Biblia sagrada. Hallando, pues, entre Dios y el hombre, entre Dios que habla, y el hombre que interpreta, una grande diferencia y aun contrariedad; ¿á quién de los dos deberé creer? ¿Al hombre dejando á Dios, ó á Dios dejando al hombre? Direis sin duda lo que dicen y predican frecuentemente los mismos intérpretes: esto es, que debo creer al uno y al otro: á Dios que habla, y al hombre que interpreta: es decir, á Dios que habla, mas no en aquel sentido literal, sencillo y claro que muestra la letra, y en que parece que habla; sino en otro sentido recóndito y sublime que el intérprete descubre, y en que esplica lo que Dios ha hablado. Y esto so pena de inminente peligro, so pena de caer en grandes errores, como ha sucedido, dicen, á tantos herejes, y á tantos otros que no eran herejes, sino católicos y pios.

6 Poco á poco, amigo, parémos aquí un momento: ¿os parece, hablando formalmente, que puede haber algun peligro real en creer con sencillez y fidelidad lo que se lee tan claro en la divina Escritura? Pienso que no os atrevierais á decir tanto de los escritos de S. Jerónimo, ó de algun otro célebre doctor. ¿Peligro en la divina Escritura? ¿peligro en entenderla, y creerla como se entiende y cree á cualquier escritor? ¿peligro en creer á Dios infinitamente veraz; santo y fiel, en todas sus palabras[1], sin pedir primero licencia al hombre escaso y limitado? No— ignoro el ejemplar tan comun y decantado con que se pretende probar este peligro: es á saber: que la. Escritura divina habla frecuentisimamente de Dios, co o si realmente tuviese ojos, oidos, boca, manos y pies, diestra y siniestra, &c.; todo lo cual dicen no puede entenderse literalmente, ó segun la letra: pues siendo Dios un espíritu

  1. In omnibus verbis suis.—Psalm. cxliv, 13.