comun de los doctores, y esta opinion comun es una cosa mas sagrada que la Escritura misma: luego que lo pague la Escritura: luego la Escritura divina dice y afirma una cosa falsa. Por tanto, para no oponerse á la opinion comun, establezcase resueltamente esta regla general: no conviene seguir el sentido literal desnudo de la Escritura santa, como verdadero; sino buscar la sustancia que en él se encierra: porque la misma letra, algunas veces dice una falsedad[1]. Tengo por cierto que esta regla general, segun se presenta, la mirareis, no solo como falsa, no solo como dura, no solo como poco reverente, sino tambien como peligrosa y perjudicial. No obstante, no dejo de temer con gran fundamento, que el uso de esta misma regla general os parezca tal vez conveniente, útil, y aun necesario en las ocurrencias.
10 ¿Pues no han errado tantos, os oigo replicar, no han caido en el peligro y perecido en él, por haber entendido la Escritura así como suena segun la letra? ¿No ha sido para muchos de gravísimo escándalo el sentido literal de la Escritura? Os digo, amigo, resueltamente que no y otra vez y otras cien veces os digo que no. Los errores que han adoptado tanto, así herejes, como no herejes, no han nacido jamás del sentido literal de la Escritura, antes han nacido evidentemente de todo lo contrario: esto es, de haberse apartado de este sentido, de haber entendido ó pretendido entender otra cosa diversa de lo que muestra la letra, de haber creido ó pensado que hay ó puede haber algun error en la letra, y con este pensamiento haber quitado ó añadido alguna cosa, ya contraria, ya ajena y distante de la misma letra. Leed con atencion la historia de las herejías, por cualquier autor de los muchos que han escrito sobre este asunto, y os vereis precisado a confesar, que no ha habido una sola originada del sentido obvio y literal de la Escritura, hablo del origen ver-
- ↑ Vide fol. præc.