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" 1 — 107 —ciones y la descripción de los lugares que aquélla les hubiese hecho? Hay en ello, como se comprende, desde el punto de vista de la extensión y del trabajo de la inteligencia, una diferencia enorme. El sabio inglés, valiéndose de un complicado é ingenioso aparato de puentecillos, pasadizos, fosos llenos de agua y puentes volantes, ha llegado á establecer que, en este caso, las hormigas seguían sencillamente la pista del insecto indicador. Dichos experimentos eran practicables con las hormigas, pues se las puede obligar á que pasen por donde se quiera, pero para la abeja están abiertos todos los caminos, gracias á sus alas. Sería necesario, pues, imaginar otro medio. He aquí uno que he puesto en práctica, que no me ha dado conclusiones decisivas, pero que, mejor organizado y en circunstancias más favorables, traería consigo conclusiones más ciertas y satisfactorias.

Mi gabinete de trabajo, en el campo, se encuentra en el primer piso, encima de un piso bajo bastante elevado. Fuera del tiempo en que florecen tilos y castaños, las abejas acostumbran tan poco volar á esa altura, que durante una semana antes de la observación, había dejado sobre mi mesa un panal desoperculado (es decir con las celdas abiertas), sin que una sola hubiera sido atraída por el perfume y acudido á visitarlo.

Tomé entonces, de una colmena con cristales, colocada no lejos de la casa, una abeja italiana.

Llevéla á mi gabinete, la puse sobre el panal y la marqué mientras comía.