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la endereza, la aplasta y la vuelve á formar, con la habilidad de un carpintero que manejara una tabla maleable. Por fin, cuando la substancia amasada de ese modo le parece de las dimensiones y la consistencia deseadas, la aplica á la cima de la cúpula de la nueva ciudad, porque se trata de una ciudad al revés, que baja del cielo y no se eleva del seno de la tierra como las ciudades humanas.

1 Hecho esto, ajusta á esa clave de la bóveda suspendida en el vacío, otros fragmentos de cera que va tomando de abajo de sus anillos de cuerno; da al conjunto un lengüetazo final, un postrer golpe de antenas, y luego, tan bruscamente como llegó, se retira y pierde entre la multitud.

Inmediatamente la reemplaza otra, que reanuda el trabajo donde la anterior lo dejó y agrega el suyo, endereza lo que no le parece conforme con el plano ideal de la tribu, y desaparece á su vez, mientras una tercera, una cuarta, una quinta, le suceden, en una serie de apariciones inspiradas y repentinas, sin que ninguna acabe la obra y llevando todas su parte á la unánime labor.

XIV

Un pedacito de cera informe todavía pende entonces de lo alto de la bóveda. Cuando parece lo bastante grande, se ve surgir del racimo otra abeja cuyo aspecto difiere sensiblemente del