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fagos ó se ven representados en las piedras y los papiros egipcios. Cítesenos un solo hecho que señale el progreso más mínimo, preséntesenos un detalle en que hayan innovado un punto, en que hayan modificado su rutina secular :

nos inclinaremos entonces, y reconoceremos que no sólo tienen un instinto admirable, sino una inteligencia con derecho á compararse con la del hombre, y á esperar como ella no se sabe qué destino más alto que el de la materia inconsciente y sumisa.

— No es sólo el profano quien así habla, sino también entomólogos de la valía de Kirby y Spence, que han usado del mismo argumento para negar á las abejas toda inteligencia que no sea la que se agita vagamente en la estrecha cárcel de un instinto asombroso pero invariable.

«Mostradnos—dicen,—un solo caso en que, empujadas por las circunstancias, hayan tenido »la idea de substituir, por ejemplo, la arcilla ó »la argamasa á la cera y el propóleos, y conven»dremos en que son capaces de raciocinar.» D Este argumento que Romanes llama The question begging argument y que también podría llamarse «el argumento insaciable, es de los más peligrosos, y aplicado al hombre nos llevaría muy lejos. Bien considerado emana de ese asimple buen sentido» que hace á menudo tanto daño y que contestaba á Galileo: «No es »la tierra la que gira, puesto que veo el sol que »marcha por el cielo, remonta por la mañana »y desciende por la tarde, y nada puede preva»lecer sobre el testimonio de mis ojos. El buen