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saber que el único deber verdadero era la falta de curiosidad y la resignación ante lo incognoscible, ellos sabrían, mejor que los demás, comprender esa falta de curiosidad y esa resignación definitivas, y aprovecharlas.

XIX

Y luego, no llevemos nuestro sueño de eselado. Que la posibilidad de una destrucción general como tampoco la de la ayuda misteriosa de una casualidad no entre en nuestros cálculos.

Hasta ahora, á pesar de las promesas de nuestra imaginación, siempre nos hemos visto entregados á nosotros mismos y á nuestros propios recursos. Con nuestros esfuerzos más humildes hemos realizado cuanto de útil y duradero se ha hecho sobre la tierra. Libres somos de esperar lo mejor ó lo peor de algún accidente extraño ; pero bajo la condición de que esa expectativa no se mezcle á nuestra tarea humana. También en esto las abejas nos dan una lección excelente, como todas las de la Naturaleza. Para ellas ha habido realmente una intervención prodigiosa.

Más manifiestamente que nosotros, se hallan en manos de una voluntad que puede aniquilar ó modificar su raza y transformar sus destinos.