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que se prolonga horas enteras, y á veces hasta »tarde de la noche. Todos cuantos se les acercan parecen honrarlos, y los portadores de víveres >salen de las casas vecinas y llegan desde el fon»do de la campaña para ofrecerles regalos. Debe »creerse que son indispensables y que prestan á la especie servicios esenciales, aunque nuestros medios de investigación no nos háyan permitido todavía reconocer con exactitud la na»turaleza de esos servicios. Por el contrario, se »ven otros que, en grandes cajas atestadas de ruedas que giran como un torbellino, en cuar»tujos obscuros, en torno de los puertos, y so»bre pequeños cuadrados de tierra que excavan del alba á la puesta de sol, no cesan de ago>tarse penosamente. Todo nos hace suponer que Desa agitación es digna de castigo. Y en efecto, se les aloja en estrechas viviendas, sucias y >ruinosas. Están cubiertos de una substancia incolora. Su entusiasmo por su obra perjudicial >ó por lo menos inútil parece tal, que apenas »descansan el tiempo de comer y de dormir. Su número es, en relación á los primeros, como de >mil á uno. Es sorprendente que la especie ha»ya podido sostenerse hasta nuestros días en con»diciones tan desfavorables para su desarrollo.

Por otra parte, es conveniente agregar que, »fuera de la obstinación característica de sus penosas agitaciones, tienen un aspecto inofensivo y dócil, y que se contentan con las sobras >de los que son evidentemente los guardianes »y quizá los salvadores de la raza.