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LIBRO TERCERO

La fundación de la ciudad.

I Veamos, más bien, lo que, en la colmena ofrecida por el apicultor, hace el enjambre que éste ha recogido. Y antes recordemos el sacrificio consumado por las cincuenta mil vírgenes que, según Ronsard, Portent un gentil coeur dedans un petit corpsy admiremos otra vez el valor que necesitan para volver á comenzar la vida en el desierto en que han caído. Han olvidado, pues, la ciudad opulenta y magnífica en que nacieron, en que su existencia estaba tan asegurada, tan admirablemente organizada, donde el jugo de todas las flores que se acuerdan del sol, permitía sonreir ante las amenazas del invierno. Han dejado adormecidas en el fondo de sus cunas, millares y millares de hijas que no volverán á ver.