Yo le dije :
— ¿Por qué interrogas a tu hermano cuando vuelve de Alepo?
Ella me respondió :
— Viene de estudiar en el Akhsa, y mi espíritu se afina con sus lecciones para mejor penetrar en el tuyo.
Ella me dijo :
— Pero, dime, ¿por qué tantas sutilezas? ¿Amar no basta?
Yo le respondí :
— Lo mismo digo ; amo y no me entienden.
Entonces, sobre nuestras voces vibró la voz de un pájaro. Una nota de cristal gemía, y otra de cuerda suspiraba ; y al fin, las dos se confundieron, con estallido vigoroso, en un único canto.
Ella me dijo :
— Por ti me he puesto estos collares. Como mi garganta entre el ámbar, está mi alma entre tus manos.
Yo le respondí :
— La mía te sigue como a tus cabellos el perfume. Desátalos, y verás que éste no qiáere la libertad y no abandona los sedosos lazos.
Ella me dijo :