Página:La voz del Nilo (1915).djvu/200

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 196 —

gruta ; pero no vendas la túnica para comprar la espada. Conviértase el buen ermitaño en misionero, y entre las huestes musulmanas predique mi Evangelio con voz de paz y de alegría.»

Y Macario ve estremecerse al ángel en la aureola de un relámpago, y tiembla ante su rostro transformado en la imagen de Cristo. La voz continúa con el viejo acento del habla de Galilea : «Y en verdad te digo, que si me consigues una sola alma en la tierra, tendrás tesoro eterno en el cielo».

El anacoreta abre los ojos y el ángel desaparece. Todos los colores del paisaje se han fundido en una penetrante luz sin matiz, que acentúa los más lejanos contornos. Sobre el Nilo se desliza una barca visible en el horizonte, misteriosa como la leyenda, bajo el vuelo de unas aves. Macario la mira, como si ella se llevase la visión del Maestro. Sobre la montaña, donde murió el sol, ha nacido una estrella. Las cosas, en un éxtasis de concordia, parecen enviarle su vida en un último aliento : el monje reza el Ángelus, y el astro se refleja en su alma con la serenidad del cielo. Después, dormita apenas en la noche, ora ante la impalpable imagen que le mira, oye su acento sin cesar, y frente al muro de la capilla saluda el alba.