ción. 27, ó sea el total de las bases geométricas, es á 36, total de las emociones humanas, como x, el alma, es al absoluto 9. Practicada la operación, se averigua que el término desconocido es 6. Seis, fíjate bien; el doble ternario que en la simbología sagrada de los antiguos, significaba el equilibrio del universo. Qué me dices?
Su mirada se había puesto luminosa y extraña.
—El universo es música, prosiguió animándose. Pitágoras tenía razón, y desde Timeo hasta Kepler todos los pensadores han presentido esta armonía. Eratóstenes llegó á determinar la escala celeste, los tonos y semitonos entre astro y astro. Yo creo tener algo mejor; pues habiendo dado con las notas fundamentales de la música de las esferas, reproduzco en colores geométricamente combinados, el esquema del Cosmos!...
Qué estaba diciendo aquel alucinado? Qué torbellino de extravagancias se revolvía en su cerebro...? Casi no tuve tiempo de advertirlo, cuando el piano empezó á sonar.
Juan volvió á ser el inspirado de otro tiempo en cuanto sus dedos acariciaron las teclas.
—Mi música, iba diciendo, se halla formada por los acordes de tercia menor introducidos en el siglo xvii y que Mozart mismo consideraba imperfectos, á pesar de que es todo lo contrario; pero su