miento en toda manifestación de la vida. Atribuirlo solamente al hombre, es caer ya en el antropocentrismo del ser singular creado ex profeso por los dioses de las religiones positivas; decir que es una actividad peculiar á su organismo, es negar la perfecta analogía é identidad substancial de éste con los del resto del mundo animal, sin excluir á los insectos cuya inteligencia es tan notable; limitarlo á los seres vivos, es volver á la separación de materias que no existe en realidad.
¿Qué derecho tendría el hombre para considerarse como el único ser inteligente del universo, si apenas es superior en su pequeño mundo?
Superior en absoluto? De ningún modo. Superior á él es el mineral en estabilidad; el vegetal en duración como ser vivo; el animal en muchas facultades. Víctima de la bacteria microscópica durante edades, hace muy poco que ha empezado contra ella una lucha desigual en la que, hasta ahora, lleva la peor parte. Durante edades ha sido la víctima de los más ínfimos del reino animal.
Esto para los materialistas. Los espiritualistas, especialmente los fieles de las religiones positivas, creen en entidades espirituales ó inteligencias superiores al hombre, conforme lo manifiestan sus complicadas angelologías, y en otras inferiores á él según sus demonologías más complicadas aún.