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ENSAYO DE UNA COSMOGONIA

con sus lejanos tules, evocando recuerdos de navegación y de noches antiguas.

Eso, dijo el sabio, aquellas manchas negras, sombra de la sombra, que la astronomía llama sacos de carbón, son sitios de futuros universos, abismos de pensamiento eterno donde reposa la eterna vida.

Qué fueron, qué son, qué serán? Un silencio más hondo que la muerte, el silencio mismo del no ser, guarda ese secreto. Los rayos de todos los astros son impotentes para penetrar esa sombra cuya existencia es tan real como la de la luz, puesto que se destaca sobre la otra sombra que es diminución de luz, siendo tinieblas existentes por sí mismas.

Cómo explica la ciencia la impenetrabilidad de esas sombras al rayo estelar? No lo explica. Qué conjetura sobre su naturaleza? Nada conjetura. Ante esos abismos donde piensa la eternidad y no existe el tiempo; donde el sol más flamígero se apagaría como un candil en una cueva; donde el silencio mismo no existe, donde la extensión misma no es concebible—el pavor de lo absoluto paraliza aún al rayo de luz que la inmensidad no detiene.

Pero un día, cuando nuestro universo esté quizá disuelto en una nubécula atómica, el seno de