son en la Luna poco pronunciadas. Emplea este astro sobre veintinueve días en su movimiento de rotación, y lo mismo en el de traslación alrededor de la Tierra, de manera que cada uno de los días lunares es casi un mes de los nuestros. Durante más de trescientas cincuenta horas permanece elevado el Sol sobre el cielo lunar, y la noche dura otro tanto. Todas las observaciones hechas hasta hoy coinciden en probar que la Luna carece de atmósfera, de modo que el Sol se verá sin rayos y otro tanto ocurrirá con las estrellas. En cuanto á nuestro globo, aparece desde allí como un astro magnífico, con un diámetro cerca de cuatro veces mayor que el que la Luna nos presenta á nosotros, y siempre inmóvil en el mismo sitio del cielo. Presenta también fases, que son complementarias de las que al mismo tiempo ofrece a Luna; de modo que cuando para nosotros hay Luna nueva, allí hay Tierra llena; cuando aquí vemos el cuarto creciente, allí ven el cuarto menguante, y así en todo. Como el disco de la Tierra, visto á distancia, es más de catorce veces mayor que el de la Luna, y al mismo tiempo su luz es mas clara (pues la de la Luna es comparable á la que reflejan las rocas grises ó negruzcas heridas por e Sol), el espectáculo que les ofrece nuestro globo debe ser hermosísimo, y muy espléndida la iluminación que proporcione á las larguísimas noches lunares.
Otra observación voy á haceros antes de pasar á las contemplaciones que habéis de realizar por medio del anteojo, y es que no conocemos más que la mitad de la Luna, pues como su movimiento de