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El cazador que me escucha
Teme el canto y lo celebra,
Pues lo suaviza el cariño
Que exhalo a mis dulces prendas.
Tal fué tu cantar, Minona,
Hija ruborosa y tierna
De Torman... Todos lloramos
Sin consuelo a sus querellas.
Ullin entró con el harpa,
Y nos dió el canto de Alpino...
La voz de Alpino fué grata.
Un rayo el alma de Rino.
Luego fué su estrecho albergue
Su voz de Selma el hechizo.
Volvia Ullin de su caza,
De los héroes ejercicio;
Y en el monte oyó el certamen
Del canto triste y divino.
De Morar el fin plañían,
De los héroes el más digno.
Otro Fingal en el alma,
Nuevo Oscar en el peligro...
Cayó y lloróle su padre.
Y al par están de continuo
Llorándole sus hermanas;
Minona sus ojos lindos
Baña en llanto, como hermana
Del campeón esclarecido.
Se eclipsó, de Ullin al canto,
Como la luna, en deliquio,