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Tan solo tiene ahora,
Ni te oye, ni despierta a tu llamada;
No hay para la tumba madrugada,
Ni decir al oído,
Levántate, dormido.
Adiós, oh timbre del linaje humano,
Oh siempre triunfador en las peleas.
En el lóbrego bosque, ya no ufano
Con tu bruñido acero centelleas.
No dejas prole, mas en son subido
Se cantará tu nombre esclarecido;
Y el tiempo venidero allá asombrado
Hablará de Morar, el malogrado.
Sonó de nobles héroes el lamento,
De Armin sublime al suspirar violento.
Cantó del hijo la virtud temprana,
Cual flor, muriendo en mocedad lozana.
Principe de Galmal, valle sonoro,
Carmor sentóse en el augusto coro.
¿Por qué solloza Armin-dice-el lloroso?
¿A qué mostrarse aqui tan pesaroso?
¿No es mejor entonar tiernos cantares
Que destierran el llanto y los pesares?
La endecha es niebla que del mar se encumbra,
El valle anubla, el caliz de las flores
Cuaja de perlas, pero el sol relumbra,
Y la niebla a sus vivos resplandores
Huyó... ¿A qué, pues, gemir con tal empeño,
Del maritimo Corma, Armin, el dueño?
A redoblar sin fin mi triste canto
Harto me fuerza mi mortal quebranto.