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piña llamada de Wahlheim (1). El asiento sobre una loma es peregrino, y en remontándose sobre el sendero de la quinta se otea de cuajo el valle. Una bondadosa huéspeda, placentera y lozana en medio de su edad, proporciona vino, cerveza y café; y ante todo hay dos tilos, cuyo extendido ramaje entolda la plazuela de la iglesia, cercada de casillas, pajares y corrales. En este sitio, cual en ninguno, vivo a mis solas y a mis anchuras, me hago traer asiento y mesa de la hostería, tomo mi café y me estoy leyendo mi Homero. La primera vez que en una hermosa siesta vine, por casualidad, a pasar a mis tilos, hallélos solitarios. El vecindario estaba en el campo; y un niño, como de cuatro años, sentadito en el suelo, tenia a otro de algún año y medio entre sus piernecillas, afianzándolo con ambos brazos contra su pecho, de modo que venia a servirle como de asiento, y fuera del despejo de sus miradas se mantenía inmóvil. Flechóme aquella vista, me acomodé sobre un arado que estaba al frente, y me dediqué con ahinco a dibujar el hermanal grupillo. Añadile una cerca, la puerta de una granja, una rueda de carro quebrado, que caia por la misma línea, y en el espacio de una hora me encontré con un dibujo arregladito y peregrino, sin el menor aumento de mi propio caudal. Me ratifiico en mi propósito de atenerme en lo sucesivo a la naturaleza pura. Infinita (1) Excusado es el que el lector se afane en busca del sitio, pues ha sido forzoso alterar los nombres hallados en el original.