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se aquietara, todo se le rodeara a las mil maravillas, y estaría hoy mismo lleno de vida.» Alberto, a quien el parangón no se le hacía tan palpable, volvió a las suyas, y, entre ellas, dijo que yo sólo había hablado de una aldeanilla inocente.

Pero un hombre de alcances menos limitados, y que está viendo otros recursos, no acierto a disculparle.» «—Amiguito—exclamé—, el hombre no deja de ser hombre, y la pizca de entendimiento que pudo caberle en suerte, queda inhábil cuando la pasión se dispara y los lindes de la humanidad lo atajan. Cuanto más... Queda aplazado el punto—dije—; y tomé mi sombrero.» Mi corazón rebosaba... y tuvimos aquel encontrón sin entendernos. Así sucede en el mundo, que apenas se comprenden unos a otros.

15 de agosto.

Ciertisimo es que nada en el mundo hace al hombre preciso, sino el amor. Así echo de ver en Carlota cuán cuesta arriba se le hace mi desvío, y los niños no manifiestan otro afán sino que vuelva mañana.

Hoy los había dejado para afinar el piano de Carlota, y, habiéndore seguido a caza de un cuentecillo, ella misma ha mediado para complacerles. Les corto el pan, que reciben ya tan gustosos de mí como de la hermana, y les cuento, salteadamente, aquello de la Princesa servida por unas manos sin cuerpo. Me instruyo con esto, y te aseguro que me pasma lo mucho que se les impresiona. Cuando tengo que inventar algún accidentillo, suelo luege olvidar, se-