Página:Las cuitas de Werther (1919).pdf/79

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
75
 

ña siquiera que no me ha de ver más. Estoy como rescatado, y me he armado de entereza hasta el punto de no escapárseme un asomo de mi propósito, en dos horas de coloquio... y ¡Dios santo, qué coloquio!

Alberto me habia citado para el jardín, con Carlota, sobre la cena. Me estuve en el terrado, al toldo de los castaños empinados, mirando al sol, que por la vez postrera se me trasponia, a la vega primorosa y al manso rio. ¡Cuántas veces había estado aqui con ella, disfrutando tan sublime perspectiva! Y ahora... Anduve arriba y abajo por mi alameda predilecta; una vehemente corazonada me habia dado tanto apego a este sitio, aun antes de conocer a Carlota; y ¡cómo nos holgábamos, en el arranque de nuestro trato, al declararnos nuestra mutua inclinación por este recinto, que positivamente es de lo más romántico que he visto estampado por el arte.

Por de contado, entre los castaños se disfruta la perspectiva más dilatada. Ya, si mal no me acuerdo, te he ido escribiendo largamente acerca del paraje donde un cerco altísime de hayas nos ataja, y por un espesillo, se va entoldando más y nás la calle, cuyo paradero es un encierro que causa el pavoroso desconsuelo de la soledad. Todavía me resiento de lo mucho que me encarnó su sensación, al asomar por primera vez aquí; hacia el mediodía, la corazonada me amagó ya insensiblemente con los anuncios de bienaventuranza y de martirio.

Habiame engolfado como media hora en el piélago de mis yertas y apacibles aprensiones de la par-