cabulló de entre su gente sin que nadie lo viese. Y estuvo andando toda la noche sin detenerse hasta la mañana, en que el calor, demasiado excesivo, le obligó á descansar. Después anduvo durante todo el resto del dia y durante la segunda noche hasta la mañana siguiente. Y he aquí que vio á lo lejos una cosa negra, y se alegró de ello y dijo: «Es probable que encuentre allí á alguien que me contará la historia del lago y sus peces.» Y al acercarse á esta cosa negra vió que aquello era un palacio enteramente construído con piedras negras, reforzado con grandes chapas de hierro, y que una de las hojas de la puerta estaba abierta y la otra cerrada. Entonces se alegró mucho, y parándose ante la puerta, llamó suavemente; pero como no le contestasen, llamó por segunda y por tercera vez. Después, y como seguían sin contestar, llamó una cuarta vez, pero con gran violencia, y nadie contestó tampoco. Entonces se dijo: «No hay duda, este palacio está desierto.» Y en seguida, tomando ánimos, penetró por la puerta del palacio y llegó á un pasillo, y allí dijo en alta voz: «¡Ah del palacio! Soy un extranjero, un caminante, que pide provisiones para continuar su viaje.» Después reiteró su demanda por segunda y tercera vez, y como no le contestasen, afirmó su corazón y fortificó su alma, y siguió por aquel corredor hasta el centro del palacio. Y no encontró á nadie. Pero vió que todo el palacio estaba suntuosamente revestido de tapices y que en el centro de un patio interior había un estanque coronado por cuatro leo-
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Apariencia