pensando en la ausencia de mi esposa, se apoderó de mí el insomnio, y no pude conciliar el sueño, porque ¡si mis ojos se cerraban, mi alma permanecía en vela! Oí entonces á la esclava que estaba detrás de mi cabeza hablar de este modo á la que estaba á mis pies: «¡Oh Masauda! ¡Qué desventurada juventud la de nuestro dueño! ¡Qué tristeza para él tener una esposa como nuestra ama, tan pérfida y tan criminal!» Y la otra respondió: «¡Maldiga Alah á las mujeres adúlteras! Porque esa infame nunca podrá tener un hombre mejor que nuestro dueño, y sin embargo se pasa las noches en el lecho de unos y otros.» Y la primera esclava dijo: «Nuestro dueño debe de ser muy impasible cuando no hace caso de las acciones de esa mujer.» Y repuso la otra: «Pero ¿qué dices? ¿Puede sospechar siquiera nuestro amo lo que hace ella? ¿Crees que la dejaría en libertad de obrar así? Has de saber que esa pérfida pone siempre algo en la copa en que bebe nuestro amo todas las noches antes de acostarse. Le echa banj [1] y le hace dormir con eso. En tal estado, no puede saber lo que ocurre, ni adonde va ella, ni lo que hace. Entonces, después de darle á beber el banj, se viste y se va, dejándole solo, y no vuelve hasta el amanecer. Cuando regresa, le quema una cosa debajo de la nariz para que la huela, y así despierta nuestro amo de su sueño.»
- ↑ Bang ó banj significa generalmente entre los árabes antiguos el extracto de beleño y cualquier otro narcótico con base de cannabis (cáñamo indio).