tas. Y mientras tanto, el mozo las abrazaba y las besaba. Y una le dirigía chanzas, otra lo atraía hacia ella, y la otra le golpeaba con las flores. Y siguieron bebiendo, hasta que el vino se les subió á la cabeza. Cuando el vino reinó por completo, la joven que había abierto la puerta se levantó, se quitó toda la ropa y se quedó desnuda. Y de un salto echó su alma en el estanque[1], se puso á jugar con el agua, se llenó de ella la boca y roció ruidosamente al mandadero. Esto no le estorbaba para que el agua corriese por todos sus miembros y por entre sus muslos juveniles. Después salió del estanque, se echó sobre el pecho del mandadero, y tendiéndose luego boca arriba, dijo señalando á la cosa situada entre sus muslos:
«¡Oh mi querido! ¿Sabes cómo se llama esto?» Y contestó el mozo: «¡Ah!... ¡ah!... Ordinariamente, suele llamarse la casa de la misericordia.» Pero ella exclamó: «¡Yu! ¡yu! ¿No te da vergüenza tu ignorancia?» Y le cogió del pescuezo y empezó á darle golpes. Entonces dijo él: «¡Basta! ¡basta! Se llama la vulva.» Y repitió ella: «Tampoco es así.» Y el mandadero dijo: «Pues tu pedazo de atrás.» Y ella repitió: «Otra cosa.» Y dijo él: «Es tu zángano.» Pero ella, al oirlo, golpeó al joven con tal fuerza, que le arañó la piel. Y entonces él dijo: «Pues dime cómo se llama.» Y ella contestó: «La albahaca de los puentes.» Y exclamó el mozo: «¡Ya era hora!
- ↑ En árabe se emplea la palabra «alma» queriendo decir «uno mismo», «una misma», etc.