Pero yo, sin hacer caso de estos versos que ella me recitaba, di un violento puntapié en la bóveda...»
PERO CUANDO LLEGÓ LA 13.ª NOCHE |
He llegado á saber, ¡oh rey afortunado! que el segundo saaluk prosiguió su relato de este modo:
«¡Oh señora mía! cuando di en la bóveda tan violento puntapié, la joven me dijo: «¡He ahí el efrit! ¡Ya viene contra nosotros! ¡Por Alah! ¡Me has perdido! Atiende á tu salvación y sal por donde entraste.»
Entonces me precipité hacia la escalera. Pero desgraciadamente, á causa de mi gran terror había olvidado las sandalias y el hacha. Por eso, como había ya subido algunos peldaños, volví un poco la cabeza para dirigir la última mirada á las sandalias y al hacha que habían sido mi felicidad; pero en el mismo instante vi abrirse la tierra y aparecer un efrit enorme, horriblemente feo, que preguntó á la joven: «¿A qué obedece esa llamada tan terrible con la que acabas de asustarme? ¿Qué desgracia te amenaza?» Ella contestó: «Ninguna desgracia. Sentí