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HISTORIA DEL MANDADERO...

de todo mi ser, haciendo que tendieran el vuelo mis dolores y mis penas. En seguida nos pusimos á beber en la misma copa, hasta que se ausentó el día. Y aquella noche me acosté con ella, para gozar la mayor felicidad. ¡Y jamás en mi vida he pasado una noche semejante! Por eso cuando llegó la mañana nos levantamos muy satisfechos uno de otro y realmente poseídos de una dicha sin límites.

Entonces, más enamorado que nunca, temiendo que se acabase nuestra felicidad, le dije: «¿Quieres que te saque de este subterráneo y que te libre del efrit?» Pero ella se echó á reir y me dijo: «¡Calla y conténtate con lo que tienes! Ese pobre efrit sólo vendrá una vez cada diez días, y todos los demás serán para ti.» Pero exaltado por mi pasión, me excedí demasiado en mis deseos, pues repuse: «Voy á destruir esas inscripciones mágicas, y en cuanto se presente el efrit, lo mataré. Para mí es un juego exterminar á esos efrits, ya sean de encima ó de debajo de la tierra.»

Y la joven, queriendo calmarme, recitó estos versos:


¡Oh tú, que pides un plazo antes de la separación y que encuentras dura la ausencia! ¿no sabes que es el medio de no encadenarse? ¿no sabes que es sencillamente el medio de amar?
¿Ignoras que el cansancio es la regla de todas las relaciones, y que la ruptura es la conclusión de todas las amistades?...