pergamino. Y todos los que lo vieron se quedaron muy admirados. Después cada cual escribió una línea con su mejor letra.
Luego de esto se fueron los esclavos para llevar el rollo al rey. Y cuando el rey hubo examinado lo escrito por cada uno de nosotros, no quedó satisfecho más que de lo mío, que estaba hecho de cuatro maneras diferentes, pues mi letra me había dado reputación universal cuando yo era todavía príncipe.
Y el rey dijo á sus amigos que estaban presentes y á los esclavos: «Id en seguida á ver al que ha hecho esta hermosa letra, dadle este traje de honor para que se lo vista, y traedle en triunfo sobre mi mejor mula al son de los instrumentos.»
Al oirlo, todos empezaron á sonreír. Y el rey, al notarlo, se enojó mucho, y dijo: «¡Cómo! ¿Os doy una orden y os reís de mí?» Y contestaron: «¡Oh rey del siglo! En verdad que nos guardaríamos de reirnos de tus palabras; pero has de saber que el que ha hecho esa letra tan hermosa no es hijo de Adán, sino un mono que pertenece al capitán de la nave.» Estas palabras sorprendieron mucho al rey, y luego, convulso de alegría y estallando de risa, dijo: «Deseo comprar ese mono.» Y ordenó inmediatamente á las personas de su corte que cogiesen la mula y el traje de honor y se fuesen á la nave á buscar al mono, y les dijo: «De todas maneras, le vestiréis con ese traje de honor y le traeréis montado en la mula.»
Llegados á la nave, me compraron á un precio elevado, aunque al principio el capitán se resistía