la roca. En seguida invoqué el nombre de Alah el Altísimo, y...»
PERO CUANDO LLEGÓ LA 15.ª NOCHE |
He llegado á saber, ¡oh rey afortunado! que el tercer saaluk, mientras permanecían sentados y cruzados de brazos los demás, vigilados por los siete negros, que tenían en la mano el alfanje desnudo, prosiguió, dirigiéndose á la dueña de la casa:
«Invoqué, pues, el nombre de Alah, le imploré, y me absorbí en el éxtasis de la plegaria. Y cuando el viento cambió, por orden del Altísimo, logré subir á lo más alto de la montaña, agarrándome como pude á las rocas y excavaciones. Y mi alegría por hallarme en salvo llegó hasta el límite de la alegría. Ya sólo me faltaba llegar á la cúpula; lo conseguí al fin, y pude penetrar en ella. Entonces me hinqué de rodillas y di gracias á Alah por haberme salvado.
Pero estaba tan rendido, que me eché en el suelo y me dormí. Y durante mi sueño oí que una voz me decía: «¡Oh hijo de Kassib! cuando te despiertes cava á tus pies, y encontrarás un arco de cobre y