dejado de enviarte su importe inmediatamente?»> Y el mercader contestó: «Ciertamente, ¡oh mi señora! Pero hoy tengo que pagar ese dinero en seguida.»> Y entonces la dama cogió la pieza de tela, se la tiró á la cara al mercader, y le dijo: «¡Todos sois lo mismo en tu maldita corporación!» Y levantándose airada, volvió la espalda para salir. Pero yo comprendí que mi alma se iba con ella, me levanté apresuradamente y le dije: «¡Oh mi se- ñora! Concédeme la gracia de volverte un poco hacia mí y desandar generosamente tus pasos.>> Entonces ella volvió su rostro hacia donde yo esta- ba, sonrió discretamente, y me dijo: «Consiento en pisar otra vez esta tienda, pero es sólo en obsequio tuyo.» Y se sentó en la tienda frente á mí. Enton- ces, volviéndome hacia Badreddin, le dije: «¿Cuál es el precio de esta tela?» Badreddin contestó: << Mil cien dracmas.» Y yo repuse: «Está bien. Te pagaré además cien dracmas de ganancia. Trae un papel para que te dé el precio por escrito.» Y cogi la pieza de seda tejida con oro, y á cambio le di el precio por escrito, y luego entregué la tela á la dama, di- ciéndole: «Tómala, y puedes irte sin que te pre- ocupe el precio, pues ya me lo pagarás cuando gus- tes. Y para esto te bastará venir un dia entre los días á buscarme en el zoco, donde siempre estoy sentado en una ó en otra tienda. Y si quieres hon- rarme aceptándola como homenaje mío, te perte- nece desde ahora.» Entonces me contestó: «¡Alah te lo premie con toda clase de favores! ¡Ojalá alcan-
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Apariencia