frutales y de flores; lo regaban arroyos y lo encan- taba el gorjeo de las aves. La casa era toda de mármol blanco, tan diáfano y pulimentado, que re- flejaba la imagen de quien lo miraba, y los arteso- nados interiores estaban cubiertos de oro y rodea- dos de inscripciones y dibujos de distintas formas. Todo su pavimento era de mármol muy rico y de fresco mosaico. En medio de la sala hallábase una fuente incrustada de perlas y pedrería. Alfombras de seda cubrían los suelos, tapices admirables col- gaban de los muros, y en cuanto á los muebles, el lenguaje y la escritura más elocuentes no podrían describirlos.
A los pocos momentos de entrar y sentarme...
En este momento de su narración, Schahrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
PERO CUANDO LLEGÓ LA 26.a NOCHE
Ella dijo:
He llegado á saber, ¡oh rey afortunado! que el mercader prosiguió así su historia al corredor copto del Cairo, el cual se la contaba al sultán de aquella ciudad de la China:
>> Vi que se me acercaba la joven, adornada con perlas y pedrería, luminosa la cara y asesinos los