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Página:Las mil noches y una noche v2.djvu/183

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HISTORIA DEL JOROBADO...

una calleja sin salida. Y en el fondo de esta calle había un banco, en el cual me senté á descansar.

Y cuando estaba sentado se abrió frente á mí una celosía, y apareció en ella una joven con una regadera en la mano, y se puso á regar las flores de unas macetas que había en el alféizar de la ventana.

¡Oh mis señores! He de deciros que al ver á esta joven sentí nacer en mi algo que en mi vida había sentido. Así es que en aquel mismo ins- tante mi corazón quedó hechizado y completa- mente cautivo, mi cabeza y mis pensamientos no se ocuparon mas que de aquella joven, y todo mi pasado horror á las mujeres se transformó en un deseo abrasador. Pero ella, en cuanto hubo regado las plantas, miró distraidamente á la izquierda y luego á la derecha, y al verme me dirigió una lar- ga mirada que me sacó por completo el alma del cuerpo. Después cerró la celosía y desapareció. Y por más que la estuve esperando hasta la puesta del sol, no volvió á aparecer. Y yo parecía un so- námbulo ó un ser que ya no pertenece á este mundo.

Mientras seguía sentado de tal suerte, he aquí que llegó y bajó de su mula, á la puerta de la casa, el kadí de la ciudad, precedido de sus negros y se- guido de sus criados. El kadi entró en la misma casa en cuya ventana habia yo visto á la joven, y comprendí que debía ser su padre.

Entonces volví á mi casa en un estado deplora- ble, lleno de pesar y de zozobra, y me dejé caer en