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Página:Las mil noches y una noche v2.djvu/199

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HISTORIA DEL JOROBADO...

tu corazón! Pero ahora falta el incienso, y el ben- juí, y los perfumes para quemar en la sala, y el agua de rosas y la de azahar para rociar á mis huéspedes. Entonces mandé traer un cofrecillo lleno de ámbar gris, áloe, nadd, almizcle, incienso y benjuí, que valía más de cincuenta dinares de oro, y no se me olvidaron las esencias aromáticas ni los hisopos de plata con agua de olor. Y como el tiempo se acortaba tanto como se me oprimía el corazón, dije al barbero: «Toma todo esto, pero acaba de afeitarme la cabeza, por la vida de Mo- hamed (¡sean con Él la oración y la paz de Alah!)>> Y el barbero dijo entonces: «¡Por Alah! No cogeré ese cofrecillo sin haberlo abierto, á fin de saber su contenido.» Y no hubo más remedio que llamar á un criado para que abriese el cofrecillo. Y entonces el barbero soltó el astrolabio, se sentó en el suelo, y empezó á sacar todos los perfumes, incienso, ben- jui, almizcle, ámbar gris, áloe, y los olfateó uno tras otro con tanta lentitud y tanta parsimonia, que se me figuró otra vez que el alma se me salía del cuerpo. Después se levantó, me dió las gracias, co- gió la navaja, y volvió á reanudar la operación de afeitarme la cabeza. Pero apenas había empezado, se detuvo de nuevo y me dijo:

«¡Por Alah, ¡oh hijo de mi vida! no sé á cuál de los dos alabar y bendecir hoy más extremadamen- te, si á ti ó á tu difunto padre! Porque, en reali- dad, el festin que voy á dar en mi casa se debe por completo á tu iniciativa generosa y á tus magnáni-