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Página:Las mil noches y una noche v2.djvu/28

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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

ciones de lectura al niño Hassán Badreddin, y poco á poco, con método, le inició en la interpretación del Corán, que acabó por aprenderse de memoria, y después el sabio siguió años y años enseñando á su discípulo todos los conocimientos útiles. Y Hassán no dejaba de crecer en hermosura, gracia y perfec- ción, como dice el poeta: ¡Este joven! ¡Es la luna, y, como ella, resplandece de hermosura, aunque el sol tome el esplendor de sus rayos de las anémonas de sus mejillas! ¡Es el rey de la hermosura por su distinción sin igual! ¡Y habrá que suponer que prestó su lozanía á las flores y las praderas! Durante todo aquel tiempo, el joven Hassán Badreddin no abandonó un instante el palacio de su padre Nureddin, pues el sabio le exigía una gran atención á sus lecciones. Pero cuando Hassán cum- plió los quince años y ya no tuvo que aprender nada más del viejo maestro, su padre le llamó, le puso el traje más lujoso que encontró entre los su- yos, le hizo que montara en la mejor de sus mulas y se dirigió con él al palacio del sultán, atravesan- do con numeroso séquito las calles de Bassra. Y todos los habitantes, al ver al joven Hassán Bad- reddin, prorrumpian en gritos de admiración, por su hermosura, la esbeltez de su talle, su gracia y sus modales encantadores. Y exclamaban: «¡Por Alah! ¡Es hermoso como la luna! ¡Que Alah lo libre