del mal de ojo!» Y aquello duró hasta la llegada de Badreddin y su padre al palacio, y entonces com- prendió la gente el sentido de las estrofas del poeta (1).
Cuando el sultán vió la hermosura del joven Hassan Badreddin, quedó tan sorprendido, que per- dió la respiración y se olvidó de respirar durante un buen rato. Y le mandó acercarse, y le estimó mucho, le hizo su favorito, colmándole de regalos, y dijo à su padre Nureddin: «Visir, es absoluta- mente indispensable que me lo envies todos los días, pues comprendo que no podría pasarme sin él.» Y el visir Nureddin tuvo que contestar: «Escucho y obedezco.»
Cuando Hassán Badreddin hubo llegado á ser amigo y favorito del sultán, su padre Nureddin cayó gravemente enfermo, y sospechando que no tardaría Alah en llamarle á Su misericordia, man- dó á buscar á su hijo y le dirigió las últimas adver- tencias, diciéndole: «Sabe, joh hijo mío! que este mundo es para nosotros una morada pasajera, por- que el mundo futuro es eterno. Por eso antes de morir quiero darte algunas instrucciones; óyelas bien y ábreles tu corazón.» Y Nureddin explicó á su hijo Hassán las mejores normas para conducirse como es debido con sus semejantes y guiarse en la vida.
Luego se acordó Nureddin de su hermano Cham- (1) Se refiere a las que figuran en la página 26.