rece el nombre. Ha quedado llorando amargamente, alejada de su padre, al cual se le ha prohibido asis- tir á la ceremonia. Y está sola, en medio de los fes- tejos, entre los músicos, danzarinas y cantadoras. Y el repugnante palafranero no tardará en salir del hammam, y le aguardan para empezar la fiesta.
En este momento de su narración, Schahrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
PERO CUANDO LLEGÓ
LA 21.a NOCHE
Ella dijo:
He llegado á saber, ¡oh rey afortunado! que el efrit terminó su relato con estas palabras: <Y no esperan otra cosa sino que el jorobado salga del hammam.» Y la efrita repuso: «Se me figura, ¡oh compañero! que te equivocas al afirmar que Sett El-Hosn es más hermosa que ese joven. No es posi- ble. Es indudablemente el más hermoso de su tiem- po. >> Pero el efrit respondió: «¡Por Alah, hermana mia! te aseguro que aquella joven es más bella to- davía. No tienes mas que venir conmigo, para que á su vista te convenzas. Bien fácil te ha de ser esto. Además, podríamos aprovechar la ocasión para bur- lar al maldito jorobado aquella maravilla hecha carne. Porque los dos jóvenes son dignos el uno del