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Página:Las mil noches y una noche v2.djvu/93

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HISTORIA DEL VISIR NUREDDIN...

probé una cosa semejante. ¡No como este plato ho- rrible y detestable! ¡Por Alah! ¡Qué malo es!»

Entonces el visir se echó á reir de muy buena gana; pero la abuela no pudo dominar su despecho, y dijo: «¡Calla, embustero! ¿A que no traes un plato como éste? Todo eso que has dicho no es mas que una invención tuya. Ve, si no, á buscar una terrina de ese mismo dulce. Y si la traes, podremos com- parar mi trabajo y el de ese pastelero. Mi cuñado será quien juzgue.» Y el eunuco contestó: «No hay inconveniente.» Entonces la abuela le dió medio dinar y una terrina de porcelana, vacía.

Y el eunuco salió, marchando á la pastelería, donde dijo al pastelero: «He aquí que acabamos de apostar en favor de ese plato de granada, que sabes hacer, contra otro que han preparado los criados. Aquí tienes medio dinar, pero preséntalo con toda tu pericia, pues si no, me apalearán de nuevo. To- davia me duelen las costillas.» Entonces Hassan se echó á reir y le dijo: «No tengas cuidado; sólo hay en el mundo una persona que sepa hacer este dulce, y es mi madre. ¡Pero está en un pais muy lejano!»

Después Badreddin llenó muy cuidadosamente la terrina, y aún hubo de mejorarla añadiéndole un poco de almizele y de agua de rosas. Y el eunuco regresó á toda prisa al campamento. Entonces la abuela de Agib tomó la terrina y se apresúró á pro- bar el dulce, para darse cuenta de su calidad y su sabor. Y apenas lo llevó á los labios, exhaló un grito y cayó de espaldas.