capitán de policía
«Se cuenta—pero ¿hay otra ciencia que la de Alah?—que, después de Alah, había en la tierra un rey. Y este rey estaba casado con una reina estéril. Un día fué á ver al rey un maghrebin, y le dijo: «Si te doy un remedio para que tu mujer conciba y para cuanto quiera, ¿me darás tu primer hijo?» Y el rey contestó: «Está bien, te le daré.» Entonces el maghrebín dió al rey dos confites, uno verde y otro rojo, y le dijo: «Tú te comerás el verde, y tu mujer se comerá el rojo. Y Alah hará lo demás.» Luego se marchó.
Y el rey se comió el confite verde, y dió el confite rojo á su mujer, que se lo comió. Y quedó encinta y parió un hijo, al que llamaron Mahomed (¡sea la bendición con este nombre!). Y el niño empezó á crecer y á desarrollarse, inteligente en las ciencias y dotado de hermosa voz.
Después la reina parió un segundo hijo, al que llamaron Alí, y que empezó á criarse torpe é inhábil para todo. Tras de lo cual aún quedó ella encinta, y parió un tercer hijo, llamado Mahmud, que empezó á crecer y á desarrollarse idiota y estúpido.
Al cabo de diez años, el maghrebin fué á ver al rey y le dijo: «Dame á mi hijo.» Y dijo el rey: «Está